Los putti (plural
de putto en italiano) son motivos ornamentales
consistentes en figuras de niños, frecuentemente desnudos y alados, en forma
de Cupido, Querubín, Angelote o Amorcillo. Los putti, en el antiguo mundo
clásico, eran niños con alas que se creía que influían en las vidas
humanas. En el arte renacentista, la forma del putto se podía derivar de varias formas, incluyendo
al Eros de los griegos o al Amor/Cupido de los romanos,
al dios del amor y compañero de Afrodita o Venus al genio de
la mitología romana, una especie de espíritu guardián o, a veces, al
griego demon, una especie de espíritu mensajero, a medio camino entre los
campos de lo humano y lo divino, un ser intermedio entre los mortales e
inmortales que debía transmitir los asuntos humanos a los dioses y los asuntos
divinos a los hombres.
Son especialmente abundantes en
el Renacimiento y Barroco italiano y español, y forman parte de
la recuperación de motivos clásicos típica de la época.