Las náyades son seres femeninos de la mitología griega, asociadas
al agua dulce (fuentes, pozos, manantiales, arroyos y riachuelos) y encarnaban
la divinidad del curso de agua que habitaban. Estaban dotadas de gran
longevidad pero eran mortales. La esencia de una náyade estaba vinculada a su
masa de agua, de forma que si ésta se secaba, ella moría. Todas las fuentes y manantiales célebres tienen su náyade o su
grupo de náyades, normalmente consideradas hermanas, y su leyenda propia. Los
jóvenes que alcanzaban la mayoría de edad dedicaban sus mechones infantiles a
la náyade del manantial local. Con frecuencia se les atribuían virtudes
curativas: los enfermos bebían el agua al que estaban asociadas o, rara vez, se
bañaban en ellas. Esto último podía ser peligroso, bañarse en sus aguas se
consideraba un sacrilegio y las náyades tomaban represalias contra quien las
ofendía. Verlas también podía ser motivo de castigo, lo que normalmente producía
un estado de locura de la persona. Igualmente se las conocía por sus celos.
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